En este año jubilar en el que las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor hacemos memoria agradecida del inicio de nuestro caminar como congregación religiosa, celebramos también, este 16 de marzo, el 198 aniversario del nacimiento de nuestra fundadora, Antonia Mª de la Misericordia. Ella es un referente para toda la Familia Oblata en su vivencia vocacional plena como formadora, educadora y fundadora.
Desde niña, Antonia María de Oviedo y Schönthal aparecía dotada de gran misericordia, conoció a Jesús por el primer libro que puso su madre en sus manos – Práctica del Amor a Jesucristo de San Alfonso Maria de Liguori.
Desde una esmerada formación y vivencia cristiana acompañaba a sus alumnas. Ella decía: “Jamás perderé ocasión de infundir en el corazón de mi discípula sentimientos religiosos y morales e inculcarle principios sólidos, base de toda educación cristiana”. Fue grande como educadora y una institutriz ejemplar de princesas españolas …modelo de una santidad sólida y humana.
A lo largo de los años, Antonia fue creciendo en ese conocimiento y amor a Dios a través de distintas personas y experiencias que fueron preparando su persona para su siguiente misión: ser ella quien enseñase y se dejase enseñar por las mujeres que se encontraban en situación de prostitución. Una realidad que, requirió dejar atrás prejuicios y dejarse imbuir por la Gracia del Espíritu.
Supo mirar más allá de las apariencias y se convirtió desde dentro, reconociendo sus combates y batallas por tener un corazón entero para Dios. Dios actuaba en ella y poco a poco, se fue operando una transformación interior, fruto de un trabajo íntimo de oblación.
En Jesús Redentor Antonia conoció a Dios como “amor que desciende”, lleno de misericordia. De las mujeres descubría que ellas son quienes nos manifiestan el verdadero rostro de Dios, y aprendió a ver en ellas la imagen del Divino Redentor. Antonia es, de esta manera, una mujer reconciliada con su propia realidad, ya que quien ha descendido en la profundidad de su alma adquiere la capacidad de observar una nueva realidad.
Con ojos de humildad, su capacidad de mirar desde lo interior, ese espacio donde se palpa la realidad de manera holística, de que todas las personas somos creadas a la imagen de Dios y redimida por Jesús, Antonia encuentra la verdad y la manera de ayudar al Redentor, en su acompañamiento a las mujeres, para que encontrasen el camino de devolver a su espíritu la dignidad y vigor que habían perdido.
Por todo ello, y en memoria de esta gran mujer que abrió caminos de redención, celebremos este día como Familia Oblata, dejándonos interpelar, una vez más, por el eco del XXI Capítulo General: El seguimiento a Jesús Redentor y las mujeres nos indican el camino.