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16 Luglio, 2020 / Oblatas
El proyecto oblata ‘Laboratorio de Frontera’ crea una red de colaboración con la que consigue elaborar 3000 mascarillas durante la pandemia del Covid-19

“En una situación de emergencia profunda y en un contexto profundamente crítico, no ha faltado la confianza en el bien”

Todo comenzó con una llamada telefónica. En ella, pedían ayuda por la falta de dispositivos de protección para personal de atención médica que trabaja en el Hospital Covid de San Benedetto del Tronto, Italia, y para las personas que se encontraban en situación de dificultad.

Esta situación, a priori difícil y de gran precariedad, ha generado un “tam tam” colaborativo y gratuito para comenzar la producción textil de mascarillas lavables y reutilizables.

Las primeras en participar fueron las Hermanas Oblatas de San Benedetto del Tronto, que gestionan un proyecto, apoyado por la Fundación Cassa di Risparmio di Ascoli Piceno, llamado ‘Laboratorio de Frontera’ y que fomenta la integración de mujeres en situaciones de vulnerabilidad con la producción de prendas textiles.

Las Hermanas Oblatas, a través de su colaboradora Francesca Mozzoni y con la participación de la Asociación Superfac de Spinetoli, contactaron con más de 12 costureras de la zona, que expresaron su disponibilidad para producir las mascarillas. Asimismo, ambas entidades han facilitado los recursos económicos para comprar las materias primas necesarias para fabricar los dispositivos de protección.

Además, se ha contado con la participación de personas cercanas al Laboratorio de Frontera, que han brindado su apoyo para la fabricación de las mascarillas, como la donación de materiales. Bruno Buccarelli, que , por ejemplo, participó proporcionando las instrucciones y modelos necesarios para proceder con la realización de las mascarillas y facilitó los equipos de su compañía para la esterilización de las mismas de forma gratuita. 

Por otra parte, el hecho de tener que permanecer en casa dificultaba que la distribución del material estuviese asegurada. Sin embargo, gracias a la colaboración de uno de los socios de la compañía GLS, se aseguró la logística para la entrega de las mascarillas allí donde eran necesarias.

Por último, se unió a esta red de solidaridad Domenico Sacconi, propietario de Kiro, una empresa de cachemir que participó en la creación de dispositivos de protección, poniendo al servicio del proyecto sus recursos y habilidades de producción.

De esta manera, gracias a todas estas personas unidas, se produjeron y esterilizaron aproximandamente 3000 mascarillas lavables. Pero, además, se generó mucha confianza y sentido de la colaboración. Y, cuando hay confianza, la comunidad renace, crece, se convierte en un lugar de creatividad.


 

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