Hoy celebramos la fiesta de Nuestra Señora del Buen Consejo, una advocación muy valorada para la Congregación de Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor, elegida por la Provincia Europa como titular y guía.
Tras realizar unos ejercicios espirituales en las Comendadoras de Santiago (Madrid), en marzo de 1864, Antonia María de la Misericordia, fundadora de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor, seguía su proceso de discernimiento fundacional. El Padre José María Benito Serra, su director espiritual, la animó a acudir a la capilla de la Virgen del Buen Consejo, en la Colegiata de San Isidro, en busca del consejo maternal.
El padre Dionisio de Felipe, en su libro La Venerable Madre Antonia, narra el momento en el que Antonia acudió a rezar a dicha capilla, donde se colocó una placa conmemorativa de Antonia María de Oviedo y Schönthal el pasado 14 de marzo de 2023, en el contexto del Encuentro Internacional de Clausura del Bicentenario de Nacimiento de Antonia María, en recuerdo de este acontecimiento.
“Como último recurso le mandó que fuera a la Virgen del Buen Consejo de la iglesia de San Isidro, la misma que inspiró la vocación hacía unos siglos a un joven, a San Luis de Gonzaga, y que le pidiera que le hiciera conocer la voluntad de Dios. Para obedecer se puso en camino hacia la iglesia de San Isidro; pero a los pocos pasos retrocedió, temiendo que, en efecto, le inspirara que tenía que aceptar lo que su director le proponía.
Pero oyó dentro de su alma una voz que le decía: “La que no quiere oír el consejo de una madre, no es buena hija”. La voz la oyó tan clara, que se volvió para ver quién la decía; pero no vio a nadie cerca de sí. Esto, dice la autora de la biografía manuscrita, Hermana Vicenta del Perpetuo Socorro, que se lo oyó referir a la misma Madre fundadora. No se atrevió ya Antonia a volverse atrás, y fue a ponerse a las plantas de la imagen milagrosa e histórica, la célebre Consejera de Santos, y cuando se levantó ya estaba vencida la resistencia.
La Virgen del Buen Consejo la convenció de que aquélla era la voluntad de Dios sobre ella, aquella voluntad de Dios que hacía tantos años venía buscando con ansiedad. ¿Se negaría a seguirla ahora que se le manifestaba claramente? No; no era capaz de resistir a la voluntad de Dios sobre ella una vez que se le manifestaba. Esto acontecía en el mes de abril de 1864”.
