La trata de personas es una lacra que afecta a todos los países del mundo, algo que debería ser inaudito en pleno siglo XXI.
La ONU define “trata de personas” como: “la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación, de vulnerabilidad, o el ofrecimiento o concesión de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esta explotación incluirá, como mínimo, la explotación en la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extirpación de órganos”.
Como vemos, nos encontramos ante un delito que explota a mujeres, niños y hombres con numerosos propósitos, incluidos el trabajo forzoso y el sexo. Según datos de la Organización Internacional del Trabajo, se calcula que casi 21 millones de personas en el mundo son víctimas del trabajo forzoso. En esa cifra, se incluye también a las víctimas de trata para la explotación laboral y sexual.
Al igual que en otros ámbitos, este problema afecta de manera alarmante a las mujeres y los niños. Aproximadamente un 30 por ciento de las víctimas de la trata son niños, y un 70 por ciento son mujeres y niñas.
Desde nuestra congregación y desde la Fundación Serra-Schönthal, trabajamos por sensibilizar y concienciar sobre estas otras formas de violencia sobre la mujer, formas que siguen posicionando a las mujeres en inferioridad y vulnerabilidad con respecto a los hombres, lo que nos urge a seguir luchando por y para las mujeres y por eliminar cualquier forma de violencia y de discriminación de la mujer.
Compartimos la oración para este día que ha preparado La Confederación Caribeña y Latinoamericana de Religiosas/os, en este enlace.