Hoy, 25N-Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, queremos recordar, volviendo al origen y la conmemoración de este día, a las hermanas Mirabal, asesinadas el 25 de noviembre de 1960 en República Dominicana por el Servicio de Inteligencia Militar Dominicano.
Dicho asesinato desató protestas en todo el país y las tres hermanas pronto se convirtieron en un símbolo latinoamericano de la lucha contra la violencia de género. Más adelante, en 1993 la Asamblea general de la ONU aprobó la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer y reiteró el derecho de las mujeres a la igualdad, la seguridad y la dignidad.
¿Qué ha sucedido tras tantos años después?
Uno de los proyectos que desde la Fundación Serra-Schönthal -creada por las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor– apoyamos, se encuentra en República Dominicana, donde tristemente y a pesar de toda las protestas y reivindicaciones que dieron lugar a la conmemoración de este día, mujeres y niñas continúan sufriendo la inseguridad y desigualdad.
Las mujeres siguen sufriendo la violencia machista en diferentes partes del mundo. Según la ONU, el 35% de las mujeres de distintos países han sufrido violencia física o sexual en algún momento de sus vidas y el 72% de las víctimas globales de trata de seres humanos son mujeres y niñas. Hoy queremos reclamar la lucha que se lleva a cabo junto con otras organizaciones e instituciones por una igualdad de género real, y acabar así con este sistema patriarcal y con las actitudes machistas, que finalmente privan de libertad a las mujeres.
También debemos acabar con la feminización de la pobreza que lleva a tantas mujeres y niñas a situaciones de vulnerabilidad donde su integridad física y psíquica peligran en muchas ocasiones. Debemos acabar con el silencio, la vergüenza y la estigmatización que sufren las víctimas que han pasado por situaciones de violencia física, sexual y/o psicológica.
Una de las mayores formas de violencia contra el colectivo femenino es la trata de personas con fines de explotación sexual, siendo, por lo tanto, uno de los mayores delitos contra la humanidad. Actualmente las formas de captación y del ejercicio de la prostitución están migrando de las fronteras físicas a las virtuales debido al auge de las tecnologías, la globalización y los efectos del capitalismo. Está en nuestra mano, en las organizaciones del tercer sector y la gente de a pie, sensibilizar e involucrar a la sociedad en esto, ya que finalmente nos incumbe a todas y todos. Nuestro compromiso como Fundación siempre estará con las mujeres en situación de vulnerabilidad, prostitución y/o explotación, escuchándolas y poniéndolas en el centro de la atención.
Sabemos que la migración puede ser una experiencia transformadora, pero también sabemos que las trabajadoras migrantes están especialmente expuestas a la trata de personas y la violencia de género. Es por ello, que en el día de hoy reclamamos a los gobiernos legislaciones acordes a una protección integral de las víctimas de trata, políticas migratorias que no deshumanicen a las personas, y no obliguen a las mujeres y niñas a encontrarse en situaciones de vulnerabilidad extrema. De esta forma, podremos reducir gran parte de la violencia que mujeres y niñas sufren en el mundo por el simple hecho de serlo.