El 11 de mayo celebramos el nacimiento de José María Benito Serra. Monje benedictino, misionero, obispo. Y, junto a Madre Antonia, fundador de las Hermanas Oblatas. José María Benito Serra fue un hombre entregado a la voluntad de Dios desde que a sus 17 años dejase su Cataluña natal para entrar en la orden de San Benito en Galicia. Algo que, en un primer momento, él mismo pensaba que sería para toda la vida. Pero Dios tenía otra misión para él. Una misión evangelizadora y, sobre todo, llena de misericordia hacia los que más lo necesitaban.
Ese joven que entró en un monasterio gallego acabó viviendo en Italia y cruzando el mundo como misionero en Australia. Conoce tierras y gente diferente, totalmente distinto a lo que podía llegar a imaginar. Y, sin embargo, lo que tocó profundamente su corazón fue lo que vivían las mujeres en contexto de prostitución. Una realidad que conoció al visitar el hospital de San Juan de Dios de Madrid y hablar con las enfermas.
¿A dónde irían una vez salieran del hospital? ¿Quién les daría un trabajo? ¿Quién las acogería? Resultó ser una situación tan dolorosa que era difícil de obviar, y que le llevó a proponerle a Madre Antonia que juntos creasen la respuesta a todos aquellos interrogantes.
En esta celebración de su nacimiento, damos gracias por la vida de José María Benito Serra y por la herencia que dejó en la congregación de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor. Por haber sabido ver, en su tiempo, una realidad dolorosa y haber sido capaz de encontrar la manera de hacer de ella una obra de redención.