Este domingo nuestra congregación celebra con alegría la festividad del Santísimo Redentor. Esto significa, de algún modo, tal como describe la superiora general, Lourdes Perramon, celebrar lo que somos y lo que estamos llamadas a ser.
En el contexto que vivimos actualmente y siguiendo lo intuido en el XXI Capítulo General, sabemos que aquello a lo que estamos llamadas implica un ejercicio colectivo de discernimiento para percibir los sueños y prioridades que han de dar rostro concreto a esa llamada y envío siempre nuevo.
La misión es el centro de la vocación oblata, tanto en la vida religiosa como laical. Es donde encontramos el sentido y la fuerza, conscientes de que es Jesús quien nos llama a configurar nuestra vida en favor de la misión.
Él, Jesús Redentor, es siempre nuestro referente. Necesitamos fijar los ojos en Él para entender y discernir el sentido de nuestra misión en el contexto actual.
Somos Oblatas del Santísimo Redentor, y estamos llamadas a seguir siéndolo, recreando este camino de redención que nos devuelve al estado de libertad interior desde el que serán posibles los desplazamientos personales, comunitarios e institucionales que nos proyecten hacia el Horizonte Capitular.