El 1 de mayo se instituyó como Día Internacional de los Trabajadores en conmemoración de la violenta represión que sufrieron los obreros de la fábrica McCormick, durante varios días de abril y mayo de 1886, en la ciudad de Chicago. Las jornadas podían extenderse hasta 18 horas. Siglos han pasado, avances se han logrado sobre las jornadas laborales, pero siguen existiendo situaciones intolerables.
Desde 1930 la mayoría de los países han firmado el Convenio sobre el trabajo forzoso. Pero a muchos países les resulta difícil reconocer nuevas formas de esclavitud moderna o trabajos forzosos como lo denomina la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Según el Informe de Estimación mundial sobre la esclavitud moderna de 2017:
- Hay 24,9 millones de personas atrapadas en el trabajo forzoso
- 16 millones son explotadas en el sector privado, por ejemplo, en el trabajo doméstico, la industria de la construcción o la agricultura
- 4,8 millones de personas son víctimas de la explotación sexual
- 4 millones de personas se encuentran en situación de trabajo forzoso impuesto por el Estado.
Además, como ya sabemos, las formas de explotación afectan en forma desproporcionada a las mujeres y niñas, que representan el 98% de las víctimas en la industria sexual comercial y el 58% en otros sectores. Es aquí donde denunciamos como cada año que exista la llamada “feminización de la pobreza” que, junto a las migraciones y el racismo son los pilares básicos para que se dé la explotación sexual y la trata.
Sabemos que la esclavitud moderna es un gran negocio. Un estudio de la OIT estima que la esclavitud moderna genera ganancias anuales de más de 150.000 millones de dólares, lo cual equivale a la suma de las ganancias de las cuatro empresas más rentables del mundo. Desde la OIT y otras organizaciones humanitarias promueven la firma del Protocolo sobre trabajo forzoso que complementa el Convenio de 1930 mencionado previamente. Si queremos acabar con la explotación laboral y sexual, debemos abordar sus causas profundas y generar trabajos dignos para todas las personas en todo el mundo. Hasta 50 países han firmado el protocolo de la OIT:
Fuente: https://50forfreedom.org/es/
Como Fundación nos preocupa especialmente la realidad de niños y niñas, jóvenes y mujeres, y nos vemos en la situación de luchar por un avance hacia una economía más justa. Debemos ser conscientes de cómo funciona la economía que dentro de un sistema capitalista enriquece a unos y explota a otros y, por lo tanto, de cómo gestionan las empresas a sus trabajadores, si se están respetando no solo sus derechos como tales, sino los derechos humanos.
Comuniquemos, sensibilicemos y tomemos parte activa de la realidad económica y social que tenemos como personas de a pie, como profesionales de entidades sociales o instituciones para así cambiar esta realidad y crear un mundo con una mayor justicia social. Pues la justicia social, empieza por la igualdad y un trabajo digno.