El Adviento es tanto un tiempo de espera como un tiempo de gracia. Un momento para la reflexión, la preparación. Es el tiempo de abrir el corazón con un «sí» agradecido, como María. “Cuando llegó la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley” (Gal 4, 4). En ella, la promesa de Dios se hizo real.
“Caminemos a la luz del Señor. Preparad los caminos del Señor, para que todo el mundo contemple la salvación de Dios” (Is 40,3). Con este mensaje esperanzado comenzamos este tiempo de preparación hoy, Primer Domingo de Adviento. «Desde este mensaje de esperanza nos disponemos a celebrar el Adviento. Tiempo de gracia que nos invita a la conversión, a preparar el camino, el “pesebre” de nuestro corazón, la morada de Dios; una morada digna donde Jesús pueda nacer y sentirse acogido, arrullado y tiernamente amado. ‘El Amor no es amado’ exclamaba san Francisco. Adviento nos invita a amar, con todo el corazón, a ese niño que pronto va a nacer, nuestro Salvador».
Para estos días, proponemos que nos unamos todos en la oración para preparar el camino hacia el nacimiento.