Este 11 de mayo conmemoramos con profunda gratitud el 215 aniversario del nacimiento de José María Benito Serra, fundador de las Oblatas del Santísimo Redentor. Nacido en 1810 en un contexto marcado por la incertidumbre y el conflicto, su llegada fue para su familia una luz de esperanza. Él mismo evocaba con emoción aquellos tiempos difíciles, recordando:
“Mis gemidos sonaron para mis padres como un cantar festivo en medio de la guerra de la Independencia.”
Desde su infancia, José María Benito Serra cultivó valores que lo acompañarían toda su vida: una fe inquebrantable, una voluntad firme y una profunda pasión por el bien común. Estos pilares lo guiaron en su camino como religioso, misionero y defensor incansable de los más vulnerables.Fueron precisamente esos primeros años los que forjaron en él una mirada compasiva ante la injusticia social. Su sensibilidad y compromiso se manifestaron especialmente durante su paso por el Hospital San Juan de Dios, donde fue testigo del sufrimiento de muchas jóvenes obligadas a volver a una vida de exclusión y explotación. Jóvenes que pedían a gritos ser libres, pero que eran silenciadas por una sociedad indiferente.
Él no pudo quedarse de brazos cruzados: su fe se hizo acción, su vocación se convirtió en entrega, y así, junto con Antonia María de Oviedo, fundaron la primera casa de acogida para mujeres en situación de prostitución en Ciempozuelos, que siete años más tarde dio origen a la Congregación de Hermanas Oblatas.
Hoy, en este día especial, celebramos su vida como testimonio de fe viva y de1000 compromiso con la dignidad humana. Reconocemos su legado no solo como parte de nuestra historia, sino como una inspiración permanente para continuar su misión, acompañando y defendiendo a las mujeres más vulnerables desde el carisma Oblata.
La Familia Oblata lo recuerda con gratitud y orgullo. Su espíritu sigue vivo en cada obra, en cada gesto de acogida, en cada mujer que encuentra un camino nuevo gracias a esa semilla de amor sembrada hace más de un siglo.