Del 31 de marzo al 11 de abril, representantes de 15 naciones con presencia oblata nos reunimos en nuestra Casa Madre para trabajar nuestro modo de ser y estar en el mundo.
Un encuentro que tiene como objetivo redescubrir nuestro carisma y establecer nuevas líneas para saber responder y actuar ante los desafíos que nos presenta el siglo XXI.
Recogemos de manera breve algunos de los sentimientos y opiniones que este encuentro está generando en nuestras hermanas. Para la argentina Noelia Ramírez, este evento supone una oportunidad de poder encontrarse con hermanas de otros países y reforzar el sentimiento de familia oblata.
La gaditana Marisa Cotoli, por su parte, señala que, además de la convivencia entre hermanas, estos días están favoreciendo un
encuentro consigo misma. Y es precisamente este intercambio de experiencias y vivencias lo que más está gustando a hermanas como la colombiana Edilma Camacho.
Un acontecimiento que permite a hermanas que residen en otros países, como la filipina Christlyn Visto o la argentina Shirley Riva, poder conocer la Casa Madre y, según sus propias palabras, reencontrarse con los orígenes y los fundadores de la Congregación.
En resumen, el encuentro internacional que estos días tiene lugar en Ciempozuelos está siendo una oportunidad para reconocernos como oblatas, una posibilidad de acoger la diversidad y un redescubrimiento de los orígenes. Supone también un paréntesis en el trabajo de muchas hermanas para, desde la Casa Madre de la Congregación, hacerse de
nuevo la pregunta: “y yo, ¿por qué quise ser oblata?”