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12 septiembre, 2017 / Oblatas
Hermanas Oblatas en la visita de Francisco a Colombia

Nuestra hermana Edelmira Bueno, nos cuenta desde Colombia cómo han vivido la visita apostólica que ha realizado estos días el Papa al país. En concreto, sobre el encuentro con la Vida Religiosa que tuvo Francisco en el centro de espectáculos La Macarena, en Medellín, el día 9 de septiembre de 2017. Allí habló ante 12.000 asistentes entre religiosos, sacerdotes, seminaristas y algunas familias; de los cuales aproximadamente 10.000 eran religiosas.

«Todo se dio en clima celebrativo de fiesta, y para resaltar el momento, en el lugar reposaban las cenizas de la Santa Colombiana Laura de Montoya y fotos de 4 Sacerdotes y dos religiosas en proceso de Beatificación.

Se vivió la alegría del encuentro, entre todos y todas las presentes, en ambiente de gran emoción y expectativa, ante el mensaje que dirigiría Francisco a la vida consagrada y sacerdotal. Predominaba en el lugar los cantos, la euforia para recibirle y silencio profundo al oír sus palabras de motivación, esperanza y gozo en el llamado. Se le respondía también a coro intenso; como cuando afirmó, que es cuento chino el que se diga que no hay vocaciones.

De Oblatas asistimos al evento: Luz Elena Giraldo, Edilma Camacho, Anastasia Rozo, Herminda Guevara y Edelmira Bueno.

Francisco en esta visita apostólica a Colombia, con sus palabras valientes y proféticas, y sobre todo con sus gestos sencillos con los más pobres, nos hace ver a un hombre acogedor que trasmite una profunda paz. Con su paso cansado nos va enseñando a reconocer en el otro a un hermano y hermana que vive desde sus limitaciones una profunda experiencia de Dios.

Su anuncio profético con todo aquello que esclaviza al ser humano y lo hace vulnerable ante los deseo de poder, nos invita a no quedarnos indiferentes ante tanto dolor y sufrimiento; esto nos lleva a reflexionar cómo tratar mejor el pequeño entorno donde vivimos, cómo hacer para que este espacio sea más humano y justo, y a que, después de esta visita, nuestros gestos sean más cercanos, sencillos y fraternos. Gracias Francisco».

Por otro lado, también Rosa Aguayo, novicia oblata, ha querido compartir con nosotras cómo vivió junto con otras tres hermanas de las comunidades de Bogotá esta visita apostólica a Colombia:

«Viví una experiencia única. Ir tras el pastor y sentirme parte de una Iglesia unida en la fe y la esperanza. Dando el primer paso, como nos invitaba el lema de la visita del Papa, salir de nuestro confort y disponernos en salida. El 8 de septiembre, justo en la celebración del nacimiento a la Pascua de nuestro padre fundador José María Benito Serra, supuso un salir al encuentro del hermano, de la hermana, que nos espera allá afuera, con un solo pensamiento: que todas las Oblatas nos reconozcamos misioneras del amor misericordioso de Cristo, y su representante en la tierra, Francisco.
No nos importó lluvia, el sol y las 8 horas de espera hasta ver la imagen tierna y firme de un rostro que te invita a un abrazo universal. Me sentí hija de la Iglesia, me sentí hija de los fundadores de nuestra Congregación, me sentí Oblata. Colombia vive un momento de gracia y yo soy dichosa por estar en estos momentos de la historia».

 

Agradecemos a nuestras hermanas su testimonio y nos alegramos por los frutos de esta visita apostólica para Colombia, para la Vida Religiosa y para la Iglesia.

 

Imagen de cabecera: Mazur-catholicnews.org.uk / denibaptista-CC (extraída de Aleteia)

 

 

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