Las Hermanas Oblatas celebramos con gran alegría, el día 2 de febrero, el aniversario de inicio de nuestra congregación. ¡Son muchos años y es mucha vida! 150 años de un envío que nos hace Familia Oblata. Familia que desde los orígenes va construyendo, junto a las hermanas, Marías, laicado y mujeres, una comunidad carismática como expresión de fraternidad y signo de comunión en la Iglesia y en el mundo.
Los primeros pasos formales se institucionalizan al surgir la congregación con la toma de hábito de la Madre Antonia, el 2 de febrero de 1870. Las crónicas del Asilo del Consuelo, como se llamaba entonces la obra, hacen memoria de este día:
“El 2 de febrero de 1870, Antonia de Oviedo y Schönthal decidió por fin a abrazar la suave pero pesada cruz para ella de ser fundadora. Cuando nuestro Divino Redentor se ofrecía en el templo por la salvación del mundo, llena de celestial alegría, doña Antonia María de Oviedo, con el nombre de Antonia María de la Misericordia, vestía, con una sola compañera, el pobre y sencillo hábito religioso color ceniza de las Oblatas del Santísimo Redentor.
La tercera tomó el hábito el día de la Inmaculada; la cuarta el día del Espíritu Santo de 1871, y así quedó hasta que en fines de 1873 lo vistieron otras dos jóvenes y se empezó, a formar un noviciado. La obra era difícil, la pobreza grande, los tiempos desastrosos; pero el pequeño Asilo seguía dando frutos de salvación”.
En el proceso no han faltado contratiempos. No obstante, Antonia se siente feliz y confiesa “ahora ya no me pertenezco…soy la esclava de los pobres… encuentro tanta paz, tanta placidez en mi fisonomía. Pero esto no lo es propiamente mío, es el de la Obra, de la idea santa de la Fundación”.
Un envío que nos hace Familia Oblata
150 años han pasado desde este momento en el que la obra social se convierte en un instituto de vida consagrada y hoy, tal como señala en una carta a la congregación Lourdes Perramon, superiora general, “sabemos que esa incipiente familia oblata se ha extendido por el mundo, acogiendo el envío siempre nuevo de Dios que, a través de tantas hermanas, ha ido tomando rostro concreto en países y culturas».
Este envío lo han «sentido también como propio muchas otras personas que se han dejado tocar por la realidad de las mujeres en contextos de prostitución gestando juntos y juntas mesas de fraternidad, hogares de acogida y sanación, oportunidades de aprendizaje y empoderamiento y, en definitiva, espacios de vida y de redención compartida».
Celebrar los 150 años del inicio de la Congregación, en el contexto de la etapa postcapitular, «aporta contenido, esperanza y densidad a lo que formula el horizonte congregacional: es vital ser, sentirnos y actuar como CUERPO CONGREGACIONAL, en este envío que nos hace Familia Oblata».
«Todo aniversario tiene mucho de encuentro y compartir. Lo celebramos en clima orante, agradeciendo la fidelidad y fecundidad de Dios, manifestada desde los primeros pasos de Madre Antonia y Padre Serra, hasta las rutas y cruces que se nos invita a transitar en este sexenio. Vivamos en comunión en ese día, cada cual, desde su realidad concreta, como comunidad de hermanas y con la familia oblata, sintiéndonos conectadas desde el carisma que compartimos y nos convoca».
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