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10 Maio, 2021 / Oblatas
11 de mayo, aniversario del nacimiento de José María Benito Serra

Como cada 11 de mayo, la Familia Oblata celebra el nacimiento de José María Benito Serra. Para ello, en esta ocasión hemos contado con la visión del doctor en Geografía e Historia por la Universitat de les Illes Balears, Pere Fullana, que nos acerca un poco más a la figura del fundador de nuestra congregación.

José María Benito Serra comenzó su vida en el pequeño pueblo de Mataró, con la vocación de ser monje, y acabó siendo misionero en Australia y como fundador de la congregación. ¿De qué manera le diferencia su trayectoria de la de otros hombres de su tiempo y posición?

José María Benito Serra fue un hombre de su tiempo, una vocación religiosa que experimentó la frustración personal e institucional a causa de las políticas liberales que afectaron la vida religiosa tradicional. Profesó en la Orden Benedictina y desde 1835, recién ordenado sacerdote, se vio privado de poder hacer vida comunitaria en España. Convencido de su vocación marchó a Nápoles primero y más tarde aceptó el reto de fundar un monasterio benedictino en Australia.

En este sentido representa a centenares de religiosos de su época que persistieron firmes en su vocación, porque quería ser benedictino y se mantuvo como tal inclusive cuando fue nombrado obispo en Australia. Respecto a la mayoría de religiosos de su época y a sus contemporáneos le caracteriza su resiliencia, su fortaleza de espíritu, su capacidad de entrega y su espíritu de lucha. Le definen estas notas en un tiempo en el cual los estereotipos de la vida religiosa insistían en el acomodamiento y en la escasa ejemplaridad de los consagrados, muy numerosos, pero seres escasamente útiles para el nuevo modelo de sociedad liberal que nacía.

¿Puede ser un referente a día de hoy? ¿Para la Iglesia o también para la sociedad?

Ser religioso y obispo al mismo tiempo, en la España del siglo XIX, supone cargar con el estigma de ser un individuo politizado, comprometido y asociado con la causa de la tradición. Serra no escondió nunca sus ideas y a su vuelta a España, durante la monarquía de Isabel II, intentó adaptarse a la realidad existente a pesar de sus simpatías carlistas. Era un católico militante antiliberal, firme en sus ideas, coherente con sus principios, comprometido con la causa de la Orden Benedictina y sensible ante los problemas sociales que acuciaban a la sociedad de mediados del siglo XIX.

Conocía en profundidad las fragilidades del liberalismo económico y político, y como muchos de sus contemporáneos se mostraba sensible ante la decadencia moral, la indiferencia religiosa y la exclusión social en la que se hallaba la mujer. En contacto con las organizaciones de caridad y como consecuencia de la atención personalizada en los hospitales lideró una gran propuesta de caridad y misericordia, en línea con muchas de las grandes iniciativas sociales de su tiempo. Sigue siendo un referente para el hoy de la Iglesia en especial por su capacidad carismática y su obra mantiene viva la llama evangélica que el mismo actualizó en su tiempo y continúa siendo fuente de inspiración para el siglo XXI.

¿Cuáles crees que son los puntos más destacables de la trayectoria de José María Benito Serra?

Un cierto talante de hombre visionario, testarudo, sensible, comprometido con los grandes desafíos de su tiempo. Con la mirada del siglo XXI podría parecer que estamos ante una personalidad extraña o especialmente rígida. En tiempos de cambio acelerado, de descomposición y de desaliento, la realidad reclamaba individuos resistentes, coherentes i rocosos. A medida que uno va entrando en la esencia de estos personajes rápidamente descubre que su intransigencia a menudo era el recurso imprescindible para no ser víctima de un nuevo modelo social que arrasaba todo cuanto se le ponía delante.

Serra sobrevive como icono de resistencia cristiana contra un modelo de sociedad fascinada por la revolución. Persiste como un luchador que “labora” en una trinchera poco atractiva para la emergente sociedad burguesa de su tiempo. Estamos ante un trabajador incansable que elige una de las fronteras más sórdidas y ambiguas, un espacio en el que se acumulaba aire social contaminado por las miserias de la condición humana.

¿Qué supone para la Iglesia y sociedad de su tiempo que un obispo de comienzo a una obra centrada en las mujeres en prostitución?

Durante el siglo XIX un obispo tenía un estatus elevadísimo también en términos sociales. Muchos obispos diocesanos apoyaban fundaciones, discernían, corregían o sostenían iniciativas sociales de diversa naturaleza. Sólo algunos obispos, muy pocos, promovieron propuestas caritativas concretas o fundaron congregaciones religiosas. La figura de José María Benito Serra está absolutamente vinculada a la obra de redención de la mujer, y en consecuencia a la trayectoria de Antonia de la Misericordia y de la Congregación de Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor.

La obra fue conocida y reconocida rápidamente y creció de una manera rápida en vida de los fundadores. Progresó de forma acelerada porque la obra era consistente y necesaria, pero también porque tanto José María Benito Serra como Antonia de la Misericordia eran personajes con solvencia y prestigio social, y un gran ascendiente en los círculos eclesiásticos más sensibles ante el sufrimiento humano. El sufrimiento caracterizó la vida de Serra, pero luchó siempre para canalizar estas emociones en favor de quienes ocupaban los espacios más marginales de la sociedad.

 

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