Hoy, 28 de febrero, recordamos el fallecimiento de nuestra fundadora, Madre Antonia, y agradecemos su vida en el 126 aniversario de su paso a la vida en plenitud.
Su legado sigue vivo. Vive en la vocación de cada una de las hermanas y laicado de la congregación. Vive en la mirada de las mujeres de los Proyectos Oblatas. Vive en el compromiso de todas las trabajadoras. Vive en la vitalidad de las personas voluntarias. Vive en el corazón de la Familia Oblata.
Antonia, en su proceso vital, fue poco a poco transformando su vida en una ofrenda. Hoy, sus hijas espirituales hacen memoria agradecida de su vida y testimonio, hasta su entrega total. A continuación, ofrecemos el testimonio de una mujer acompañada por las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor, herederas del carisma Oblata:
Testimonio de una mujer
Mi querida Madre Antonia:
Con motivo de su aniversario me han pedido que le escriba una carta, Si soy sincera, no sé cómo empezar, pues son tantas las cosas buenas que Ud. hizo en este mundo, que necesitaría un metro de papel y me quedaría corta. M. Antonia, quiero darle las gracias por esas hijas que nos ha dejado por el mundo adelante; con sus manos pequeñas y un corazón grande hacen cosas de auténtica grandeza. Gracias a ellas, la mayor parte nos sentimos útiles, tenemos un poco de paz y un poco de pan para comer día a día. Gracias a Ud, y a sus hijas, la sociedad nos ve como personas útiles y como tales nos sentimos útiles.
Si alguien hizo una obra que merezca ser reconocida como humana y humilde, ésa es Ud. y sus obreras, que saben cómo empezar a hacer una digna vivienda y siempre están dispuestas a hacer lo que sea por un ser vivo.
Yo personalmente vi la luz el día que me encontré con una hija suya. Pues gracias a eso, hoy tengo un techo donde vivir. Me siento feliz de estar en esta santa casa, pues bendita la hora que se abrió la puerta de su corazón.
Sé que me quedan muchas cosas por decir, pero sólo quiero darle las gracias, porque aquí me siento más humana. Y con esto creo que puede descansar en paz, ya que aquí, con nosotras, quedan sus hijas luchando.
Gracias, Madre Antonia.