El 30 de agosto, en el día internacional para hacer memoria de las personas desaparecidas, se realizó una vigilia en la zona centro de Ciudad Juárez para levantar el clamor por la justicia para tantas personas desaparecidas, predominantemente, mujeres y niños/as. Se estaba también en comunión con las vigilias realizadas en la mayoría de los estados de México.
En representación de la comunidad de Hermanas Oblatas en Juárez participaron Rosa Aguayo y Manuela Rodríguez, porque el grupo comunitario intenta encarnarse cada vez más y por eso escucha el grito de esta realidad, cada vez más tumultuoso. No podemos permanecer indiferentes si decimos que seguimos el proyecto de Jesús de Nazaret.
En la vigilia estuvieron acompañando a los familiares de las personas desaparecidas tanto ONGs, como el Centro de Derechos Humanos del Paso del Norte, cuya referencia es el Padre Oscar Henríquez, con un trabajo muy significativo en la línea de derechos humanos. También estaban algunos/os hermanos/os de distintas congregaciones: Congregación de la Misericordia, de María Dolorosa y de los Carmelitas.
Fue muy conmovedor el testimonio dolorido de las madres, padres, hermanos/as que viven esta dura experiencia de tener personas desaparecidas entre sus amistades o dentro de su seno familiar. Cabe señalar que en Ciudad Juárez, además de los reconocidos casos de desapariciones de mujeres y feminicidios, desde hace unos dos meses se vive una profunda consternación y situación de miedo ante la desaparición de niños/as, de las cuales se sospecha que tienen como fin la trata de personas y el tráfico de órganos.
Frente al dolor que produce en cada persona la desaparición de un familiar, frente tanta impunidad y desinterés del poder público, el grupo presente coincide en continuar firmes en la lucha, en mantener la esperanza, esperanza en el Dios de la vida, porque como rezaba una de las frases de los carteles que ambientaban la vigilia: “La esperanza no desaparece”.