Testimonio recogido en el libro «Ser Oblata, una forma de vivir» de la Pastoral Juvenil y Laicado Oblata (Provincia Europa)
Concha de la Vega Fernández de Castro es la mayor de tres hermanos y ha vivido toda la vida en su Cádiz natal. Desde muy joven descubrió la experiencia de la oración como fuente de vida, marcando su adolescencia los Encuentros de Taizé, en Francia, en los que trabajó con grupos de oración y reflexión donde participaban jóvenes, adultos, familias de todos los países.
También joven conoció a su marido, Jesús, con quien ha tenido dos hijos, Pablo y María, a quienes han educado en valores y crecimiento humano para que se desarrollasen como personas sanas y felices.
De forma paralela el matrimonio estaba comprometido con la parroquia de San Agustín, donde conocieron a las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor. Después de una etapa ejerciendo como maestra en un gabinete psicológico, Concha inició su voluntariado en el proyecto de la congregación “Mujer Gades”, para posteriormente pasar a formar parte del equipo profesional.
Concha explica que ser cristiana y creyente engloba todas las facetas de su ser, afianzando su compromiso diariamente para actuar y vivir siguiendo los valores evangélicos y la forma de actuar de Jesús.
También valora el compromiso de las oblatas con la mujer: un compromiso que da respuesta a sus inquietudes y que contempla el hecho de que nacer mujer, incluso hoy en día y en lugares muy cercanos a nosotros, continúa siendo un auténtico infierno. Un compromiso que pasa, además, por una Iglesia abierta, solidaria, comprometida con la realidad y capaz de romper con los modelos tradicionalmente asignados a las mujeres.
Concha forma parte de la Familia Oblata dentro del laicado, en el cual ha percibido el empuje de los padres fundadores, Madre Antonia y José María Benito Serra, a través de la resignificación de los proyectos en un único compromiso solidario con la mujer en contexto de prostitución o víctima de trata.