Como cada año, el 1 de mayo, Día Internacional del Trabajo, las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor nos sumamos a las iniciativas que reclaman unas condiciones laborales decentes para los trabajadores y trabajadoras. En esta ocasión, además, lo hacemos en medio de un contexto especialmente difícil por las consecuencias sociales y económicas que ha traído consigo la pandemia del coronavirus a nivel mundial.
Nuestra misión nos permite ser testigos de primera mano, en las diferentes realidades en las que nos encontramos, lo que esta crisis está suponiendo para las personas, especialmente las mujeres, que se encontraban ya en situaciones complejas, acarreándoles una mayor vulnerabilidad.
Según datos de la Organización Internacional de Trabajo (OIT) por la caída constante de horas de trabajo a nivel mundial, serían afectados 1600 millones de trabajadores de la economía informal, esto es, casi la mitad de la población activa mundial estaría corriendo peligro inminente de ver desaparecer sus fuentes de trabajo, afectando en primer lugar la alimentación, la seguridad y el futuro de sus familias. El primer mes de la crisis se habría cobrado un 60 por ciento de los ingresos de los trabajadores informales.
En los casos concretos de América Latina y el Caribe en su conjunto, esta crisis sanitaria se presenta en un contexto de debilidad económica. Más del 50 por ciento de todos los trabajadores se desempeñan en los sectores de servicios de hospedaje, restauración, manufactura, comercio minorista, actividades empresariales y administrativas, más afectados por esta situación. Hay gran preocupación en la región por el empleo de las mujeres, que suelen desempeñarse en sitios mal remunerados, de baja calificación en el sector de salud, turismo y servicios, los más afectados en estos momentos.
Con toda esta situación, además, se ponen de relieve las desigualdades entre hombres y mujeres, se visibiliza los cuidados y mantenimiento del en las tareas domésticas y sostenimiento de las familias.
Ante la complicada situación económica y social que vivimos a nivel mundial, una vez más, nos sumamos a la campaña promovida por Iglesia por el Trabajo Decente (ITD), que este año lleva como lema #AplausoPorUnTrabajoDecente.
En su manifiesto para este 1 de mayo marcado por el Covid-19, ITD recuerda que deben garantizarse “unas condiciones laborales que protejan la integridad física y psíquica de la persona, y favorezca su protección social, esenciales para una vida digna”.
A esto se une “el drama del desempleo”, ya que el trabajo destruido es precisamente “el más débil, el que carece de redes de protección social”, lo cual significa que las personas, además de no tener un salario para vivir dignamente, también carecen de protección.
Por ello, ITD hace un llamamiento para que “se articulen e impulsen todas las medidas necesarias evitando que esto vuelva a pasar, y para apoyar y cuidar a las personas más afectadas, especialmente a quienes están en la calle, sin techo y las que nunca reúnen los requisitos para percibir alguna renta mínima”. Asimismo, se pide que se construya “una red de protección social para quienes han perdido empleo, salario y derechos”.
Como familia oblata, y atendiendo a lo que hemos podido experimentar como congregación, queremos situarnos ante estos acontecimientos también como una oportunidad de aprendizaje. En estas últimas semanas se han hecho ensayos sobre el teletrabajo que deben ser evaluados y estudiados, han surgido iniciativas muy diversas y, poco a poco, nos situamos ante una nueva manera de entender la actividad laboral que será fundamental para afrontar el nuevo paradigma que surgirá de esta crisis.
Estos días también nos interpelan a valorar justamente aquellos trabajos que pasábamos por alto, pero que ahora se sitúan como los que realmente nos sostienen a todos, cubriendo las necesidades básicas de alimentación, salud y seguridad. Este 1º de Mayo se presenta de una manera muy complicada, pero también nos recuerda que todos somos necesarios. Que nadie es un descarte. Y, por ello, es más necesario que nunca poner todos nuestros esfuerzos en que nadie se quede atrás.