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8 mayo, 2022 / Oblatas
Jornada Mundial por las Vocaciones: Una oblación “consciente y libre”

El 8 de mayo de 2022, “domingo del Buen Pastor”, la Iglesia celebra la 59ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, junto a la Jornada de Vocaciones Nativas.

Con la primera, se pretende suscitar en todos los jóvenes la pregunta por su vocación, y que la comunidad cristiana promueva las vocaciones cristianas con la oración y el acompañamiento, mientras que el día dedicado a las vocaciones nativas busca sostener las vocaciones de especial consagración que surgen en los territorios de misión, para que ninguna de ellas se quede frustrada por falta de recursos. Para ello, además de la oración, promueve la colaboración económica.

“El amor no es una utopía”

Con el lema “Llamados a edificar la familia humana”, el Papa Francisco nos recuerda en su mensaje para la Jornada que “Sacerdotes, consagradas, consagrados y fieles laicos caminamos y trabajamos juntos para testimoniar que una gran familia unida en el amor no es una utopía, sino el propósito para el que Dios nos ha creado”.

Así, anima a los jóvenes a descubrir la “dinámica de toda vocación”: somos alcanzados por la mirada de Dios, que nos llama. “La vocación, como la santidad, no es una experiencia extraordinaria reservada a unos pocos”, asegura. “La vocación es para todos, porque Dios nos mira y nos llama a todos”.

De este modo nace la vocación, describe el Santo Padre, “gracias al arte del divino Escultor que con sus ‘manos’ nos hace salir de nosotros mismos, para que se proyecte en nosotros esa obra maestra que estamos llamados a ser”.

Como hijas de Dios y seguidoras de la obra oblata, siempre tras los pasos de nuestra fundadora, Antonia María de la Misericordia, la llamada a la vocación nos interpela y nos impulsa a evangelizar alrededor del mundo. Por ello, para nuestra Congregación -presente en 15 países- la formación y el acompañamiento a jóvenes es una parte fundamental de la misión.

Hoy compartimos un testimonio de plena actualidad en esta misión: son dos hermanas oblatas dedicadas a esta misión concretamente desde Filipinas y Angola: Alma Quisto, responsable de acompañar a las novicias en la Casa de Formación de las Oblatas en el país asiático, y Lúcia Santos, formadora de junioras en Angola.

En la Congregación de Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor, buscamos siempre una “formación integral que contemple todas las dimensiones de la persona humana”, y que confronte con el Evangelio y con el proyecto de Jesús Redentor, detalla Lúcia, quien acompaña a las junioras de la Provincia Santísimo Redentor, compuesta por las comunidades de Argentina, Brasil y Uruguay.

Vocación oblata: Oblación consciente y libre

Alma Quisto, a la izquierda
Alma Quisto, a la izquierda

“La formación que se les da a las chicas tiene su fundamento desde el plan del Itinerario Vocacional y Formativo de la Congregación”, describe Alma, quien forma parte del equipo de formación junto con la encargada de las postulantes y aspirantes, y la promotora vocacional, además de una juniora que forma parte de la comunidad formativa.

Son varias las etapas del camino formativo, explica la oblata, de manera que se facilita “un trabajo sobre la toma de conciencia y aceptación de sí, y el conocimiento de su llamada”. Igualmente, “se proporciona espacio para que la chica entre en el proceso de cambio y transformación que le lleva a configurase con Cristo y apropiarse de la espiritualidad y carisma fundacional de la Congregación”. De esta manera, señala la formadora, “la integración y profundización de las experiencias vividas y de todos los contenidos suceden durante el acompañamiento de la formadora con el fin de que la chica opta por una oblación consciente y libre de su vida basado en una relación profunda con Dios”.

Lúcia Santos

Iluminar la vivencia del día a día es clave, señala Lúcia, para lo que es imprescindible tener como herramienta “la Palabra de Dios y los documentos congregacionales, considerando los aspectos del carisma, de la espiritualidad y misión Oblata”, además de las reflexiones que las Conferencias de la Vida Religiosa les proporcionan.

Alma, en este momento está acompañado una sola novicia. Nos cuenta que actualmente hay tres postulantas y dos aspirantes bajo la dirección de su respectiva maestra. “Por ser una casa de formación el día a día con las formandas se compone de los acontecimientos ordinarios de la vida cotidiana: comidas, tareas de casa, manualidades, actividades recreativas, ensayo de cantos, lecturas, clases sobre temas congregacionales, dialogo/coloquio, participación en la parroquia, etc”.

La vida de las formadoras y aspirantes está estructurada por un ritmo de oración personal y comunitaria, celebración de la Eucaristía, momentos de silencio y repaso del día. Se le acompaña a la novicia en las clases modulares inter-congregacional organizado por Éxodos (compuesto por congregaciones masculinos y femeninos) y por la Asociación de Mujeres Formadoras de Filipinas para ahondar los contenidos con ella y aplicarlo en la vida. Además, se facilita espacio para que la novicia asume sus estudios sobre Teología de la Vida Consagrada con serenidad, que se hace una vez a la semana durante dos años en Don Bosco School of Theology.

“No es fácil esta tarea porque exige de nuestra parte respeto y prudencia, consistencia y conciencia de nuestras propias limitaciones. Para ello, nos ponemos en las manos de Dios con la actitud de escucha y confianza”, destaca Alma.

¿Falta de vocaciones?

Lúcia no ve que en la actual falta de vocaciones a la vida religiosa suponga ningún problema: “Para mí, debemos enfocarnos más en la calidad que en la cantidad. Claro que la cantidad puede influir, pero para mí no es lo primordial ante lo que la vida consagrada está llamada a ser”, indica.

Por su parte, Alma cree que esta crisis de vocaciones se puede atribuir a diferentes factores: “A diferencia de antes, estamos ante un mundo donde hay muchas distracciones y por lo tanto, se ofrecen varias opciones que atraen a los jóvenes”. En Filipinas, además, hay otra cuestión importante: la cuestión de familia. “Nosotros, filipinos, tenemos un lazo familiar muy fuerte, por tanto, a pesar de que los jóvenes sienten una inquietud vocacional, algunos prefieren tener carrera para ayudar la familia”.

También, “puede ser la falta de testimonio por parte de los sacerdotes y religiosos/as”, reconoce la oblata filipina. “Parece que nuestra presencia ha perdido un poco la relevancia porque ya no proyectamos ‘la belleza de la consagración’ como dice el Papa Francisco”. Sin embargo, asegura, “Dios no deja de tomar iniciativa en llamar a la gente para seguirle. Y aunque son pocas que responden lo importante es la calidad de nuestra respuesta. Por ejemplo, si una comunidad religiosa de tres o cuatro hermanas vive su consagración sanamente y con gozo, y están capacitadas para llevar a cabo la misión profesionalmente esto podría tener un impacto profundo en nuestro mundo de hoy”.

Aun así, Alma observa que “hace falta escuchar la voz del Señor y preguntarle a Él para qué lado del mar se debería lanzar la red.  Hace falta que pidamos con ardor y constancia al Dueño para que mande obrero a la mies”.

 

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