Las hermanas oblatas Ana María Barandiarán, responsable del Archivo Histórico Congregacional, y Julita Núñez, ecónoma general, participaron en el Congreso Internacional “Carisma y Creatividad. Catalogación, gestión y proyectos innovadores para el patrimonio cultural de las comunidades de vida consagrada”, celebrado en Roma los días 4 y 5 de mayo.
Organizado por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica y el Consejo Pontificio de la Cultura, junto con la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), la Unión de Superiores Generales y el Secretariado de Asistencia a las Monjas, el congreso tiene como objeto el patrimonio cultural de las comunidades de vida consagrada en todas sus expresiones y que busca consolidar y hacer eficaz las acciones de cuidado y valoración compartidas con todos los actores que se ocupan de este patrimonio cultural.
Mensaje del Papa
En este contexto, el Papa escribió un mensaje a los participantes del encuentro, en el que afirmó que es posible “elaborar un discurso teológico sobre los bienes culturales, considerando que ocupan un lugar en la liturgia sagrada, en la evangelización y en el ejercicio de la caridad”.
Así, indicó que “el valor que asumen consiste esencialmente en su capacidad de transmitir un significado religioso, espiritual y cultural que, para los bienes culturales de los Institutos de Vida Consagrada, consiste sobre todo en el reconocimiento de la relación que mantienen con la historia, la espiritualidad y las tradiciones de las Comunidades específicas, en la práctica con su ‘carisma’”, exhortándolos como “bienes testimoniales” en los que preservar este carisma “para proclamarlo de nuevo, repensarlo y actualizarlo”.
Igualmente, les sugirió que el peso de la conservación de los bienes “puede convertirse en una oportunidad para renovar, repensar el propio carisma, recomponerlo en el contexto sociocultural actual y proyectarlo hacia el futuro”.
Los bienes son “medios de transmisión de fe”
Según describe Ana María Barandiarán, archivera de la Congregación, el primer paso en este aprendizaje es ser conscientes de la “necesidad de conocer lo que hay, de catalogarlo”. En nuestro caso, este patrimonio “habla de nuestra fundadora, de su vida, de todo lo que hay… desde la mirada de la transmisión”.
La oblata, de la Comunidad de Ciempozuelos, señala que fue una experiencia “muy rica” porque es “muy importante conocer y conservar estos bienes culturales, entre los que se encuentran los archivos históricos”.
Nuestra archivera repasa algunos de los aspectos aprendidos en el curso: No debemos olvidar que los bienes culturales son “medios de transmisión de fe”, indica, y debemos tener cuenta que en Europa “la fe y la cultura se han transmitido en los monasterios, en las iglesias y en los conventos”, ya que es un patrimonio no solo “material”, también “espiritual”. Por ejemplo, la liturgia es también parte de este patrimonio, transmitida a lo largo de los siglos en los monasterios y conventos.
Este sentido de valorar y conservar el patrimonio cultural que tenemos nos lleva a descubrir “el valor de la belleza”, recuerda Ana María, y “la belleza forma al hombre y a la mujer”.
Asimismo, Ana María cuenta algunas iniciativas que compartieron en el congreso, como la unión de 10 congregaciones en 2019 para conocer los bienes patrimoniales de unas y de otras, catalogarlos, y exponerlos en un único museo creado conjuntamente.