La hermana Antonia González Heredia vive en una comunidad en Sevilla con otras dos hermanas y participa del Proyecto Al Alba, donde acompañan a mujeres en situación de prostitución y/o víctimas de trata con fines de explotación sexual.
La religiosa española nos relata cómo se ha fraguado su vocación y expresa que ante las dificultades, es bueno recordar que “en la vida no importa lo que haces sino desde donde lo haces y para quien lo haces”. Su “desde donde” es Dios, que “ha ido guiando” su vida y le ha ido mostrando el “para quién” que son las mujeres.
A continuación, ofrecemos la entrevista completa:
¿Cómo vives hoy tu vocación Oblata?
Mi vocación intento vivirla en el día a día sin ruido, con sencillez y guiada por la Palabra que cada día orienta mi camino.
Vivo en Sevilla en una comunidad con otras dos hermanas y participo del Proyecto Al Alba que junto a las personas que trabajan allí, voluntarios y laicos, formamos un equipo que atiende a las mujeres en situación de prostitución y/o víctimas de trata con fines de explotación sexual.
También colaboro en la parroquia en el equipo de Cáritas donde se palpa la pobreza a todos los niveles, así como la generosidad de las personas que ponen sus recursos al servicio de las personas más vulnerables.
¿Entre todas las formas de vida que existen porqué elegiste ser religiosa Oblata?
Es una pregunta difícil de contestar porque la respuesta a la llamada ha sido progresiva.
Hay una frase que tengo como acuñada en mi corazón y es que “en la vida no importa lo que haces sino desde donde lo haces y para quien lo haces”. El “desde donde” es claro que Dios ha ido guiando mi vida y me ha ido mostrando el “para quién” que son las mujeres.
En ellas, en su vulnerabilidad y fortalezas voy descubriendo el sentido de mi existencia y dando respuesta a mi vocación como Oblata.
En todos y cada uno de los proyectos de vida hay desafíos. En tu camino, ¿Cuál ha sido tu apoyo para superar las dificultades?
No sé si hay primero o segundo lugar, pero para mí el apoyo prioritario ha sido la Palabra, ponerme en manos de Dios y buscar a través de las mediaciones su voluntad. También las hermanas compañeras de camino, que siempre están ahí sosteniéndome y por supuesto las mujeres que son el motor de mi vida.
Hoy en día vemos que muchos jóvenes temen el compromiso, el darse. ¿Qué les dirías a los chicos y chicas para que sean capaces de arriesgar su vida por Dios?
“Que no tengan miedo”. Si alguno lo lee posiblemente me dirá: “no es tan fácil” y me hago cargo, pero… confía, Dios siempre llega a tiempo; y cuando halla chispitas en tu corazón y mariposas en tu estómago, confía, Dios tiene su momento y siempre llega a tiempo, escúchale y busca a alguna persona que te acompañe a discernir, seguro que la luz y la paz llegarán a tu corazón.
