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13 Setembro, 2018 / Oblatas
Asistimos al III Congreso Continental de Teología Latinoamericana y Caribeña

Entre los días 30 de agosto y 2 de septiembre, las hermanas Angélica Segoviano y Enriqueta Valdés, pertenecientes a la comunidad de Guatemala, se unieron a los más de 600 religiosos que acudieron al III Congreso Continental de Teología Latinoamericana y Caribeña celebrado en San Salvador. Con el título “Los clamores de los pobres y de la tierra nos interpelan”, se ha llevado a cabo a la luz de la reciente conmemoración de los 50 años de la Conferencia de Medellín, todo un hito para la Iglesia de América Latina y el Caribe. De esta manera, se pretende reflexionar para alcanzar un mayor compromiso con la situación de los pobres y del planeta, siempre a la luz del patrimonio teológico pastoral de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano. “Fue una experiencia maravillosa ya que nos dio la oportunidad de estar rodeadas de gente tan preparada, sencilla, llena de Dios, y otros y otras que estamos en camino“, dice Enriqueta.

Para ello se hace fundamental llevar a cabo un análisis profundo de la situación política, social, cultural, eclesiástica y teológica de América Latina y, a su vez, proyectar un futuro en el que la teología latinoamericana parte “de los más pequeños”. Todo ello de la mano de importantes teólogos que acudieron al Congreso y con la vista puesta en convertirse, según su propio mensaje, en una “Iglesia en salida que ha recibido el encargo de ser pobre, misionera y pascual, desligada de todo poder temporal y audazmente comprometida con la liberación de toda la humanidad”.

Análisis de la realidad

En el Congreso se han combinado distintas dinámicas, adecuadas siempre a los temas a tratar. Por ello, se han celebrado conferencias y paneles en las que distintos teólogos y especialistas, como es el caso de “Migración y trata de personas”, conferencia impartida por Carmela Gibaja y Gioacchino Campese. “Todo esto da un nuevo aire a la vida, el compromiso, las ganas de seguir haciendo proceso en la búsqueda del Reino de Dios, en nosotras mismas, en nuestras comunidades, pueblos y sociedades” apunta Enriqueta.

También han sido importantes los espacios de conversación, en los que a la luz de Medellín y partiendo de un tema concreto se busca la reflexión y participación de los asistentes. A estos aspectos se les han sumado distintos momentos culturales y de celebración, así como la peregrinación “El Salvador, tierra de mártires”, durante la cual se acudió a los lugares de martirio de aquellos que entregaron su vida: Monseñor Romero, los mártires de la UCA, laicos y laicas catequistas, sacerdotes y religiosos entre otros.

“En estos días, reaprendimos a leer nuestra fe y vivirla desde los principios que nos han enseñado Monseñor Romero, el padre Ellacuría y tantos otros que se hicieron nuestros maestros y maestras en el seguimiento de Jesús”, reza el mensaje final del Congreso. “En Medellín la Iglesia se insertó conscientemente en los procesos de transformación social y política, vigentes en el continente. 50 años después queremos renovar nuestro compromiso con la liberación integral de nuestros pueblos”.

Contra todo tipo de violencia

De la misma manera, se pone de manifiesto el clamor ante la violencia institucionalizada, los conflictos y la vulneración de las comunidades indígenas. “Nos unimos a todas ellas, agradecemos todo lo que aprendemos con ellas y reafirmamos nuestro compromiso de comunión”. También se recuerda el papel de la mujer y el como son víctimas de diversos tipos de violencia, a pesar de la cual “siguen luchando por la libertad y dignidad común”.

“En estos 50 años, reconocemos el aporte de las teologías negras, el de los pueblos originarios y, de manera especial, la propuesta de la teología feminista a pensar una Iglesia de hecho fundamentada en el discipulado de iguales. Asumimos la causa de las víctimas de abusos sexuales, cometidos en contra de niños, adolescentes y mujeres. Es terrible constatar que muchas veces esos crímenes son cometidos por ministros de Dios. Es urgente cambiar la estructura patriarcal y clerical de nuestras Iglesias. Que el Espíritu fortalezca las luchas por igualdad, por una justa relación de géneros y por el respecto a los hermanas y hermanas LGBT”, recuerda.

A modo de conclusión, se recalcan las palabras de San Oscar Romero: “sigamos haciendo lo que podamos, pero hagamos”. Un mensaje de esperanza “firme e inquebrantable, la acción del Espíritu que se expresa en la fuerza de los pobres nos ilumine y nos guíe a todos/as por los caminos del Reino”.

Puedes leer el mensaje completo aquí.

 

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