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2 febrero, 2023 / Oblatas
Jornada de la Vida Consagrada: La hermana Isabel Jiménez “camina en esperanza”

El lema de esta XXVII Jornada Mundial de la Vida Consagrada, La vida consagrada, caminando en esperanza, nos hace presente la urgente necesidad que tiene nuestro mundo de mostrar la fraternidad, la luz, la esperanza, en el Dios vivo, vencedor ante todas las desesperanzas y medicina para la soledad, la tristeza y para cualquier sufrimiento.

La hermana oblata del Santísimo Redentor Isabel María Jiménez Collado ofrece su testimonio de vida consagrada con las mujeres en situación de prostitución y víctimas de trata con fines de explotación sexual en línea con el lema de la Jornada.

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“En el camino encontré un tesoro por el que lo vendí todo”

En mi experiencia de vida compartida con las mujeres en situación de prostitución y víctimas de trata con fines de explotación sexual, lo define muy bien el lema: Caminando con esperanza. Porque ellas son mujeres que luchan, que son fuertes, que hacen ese camino para poder mejorar sus vidas y las de sus familias. Y son ejemplo de hacerlo con esperanza. Un ejemplo que me enseña, me motiva, me anima a vivir con sentido mi vocación Oblata.

Vida consagrada
Isabel María Jiménez Collado

Y esperanza es eso que dicen nuestras Constituciones: “caminar sobre sus huellas, fijarse en los ejemplos y acciones de su vida y hacerse en lo posible, semejantes a Él”. Siempre me ha gustado esta cita y me ha ayudado a enfrentarme a situaciones difíciles con la mujer. A veces, en sus complejos procesos, no sabes por dónde orientarlas, aun estando con profesionales de gran valía y han sido ellas mismas las que han resuelto su vida, han luchado por sus hijos, han sacado valentía y fuerza y han podido superar trámites bien dolorosos. Esto es lo que más valoro en estas mujeres.

En los Evangelios hay muchas citas de mujeres liberadas que pueden iluminar  nuestra vida: la mujer encorvada, María Magdalena, la mujer adúltera, la oveja perdida; para mí, el denominador común de todas ellas es el encuentro con JESÚS y eso es lo que pretendo con ellas, tal vez no necesiten muchas palabras; es el vínculo, estar acompañadas, lo que les puede ayudar a encontrarse con el Maestro y sentirse liberadas.

Los lugares donde se ejerce prostitución hoy están llenos de rostros de diferentes nacionalidades y es siempre la misma queja: los papeles, el permiso de residencia y trabajo. Esto las lleva a una inseguridad grande y a vivir con miedo, abusos de todo tipo, asentamientos en condiciones ínfimas de habitabilidad. Son situaciones dolorosas y complejas en que nos encontramos muchas veces sin solución, sin respuesta, ante una sociedad que pide eficacia. La fe en el Dios de la Vida, en las mujeres y la esperanza es lo que nos mantiene y nos mueve.

Como Oblata creo que nuestra vida es un camino de sencillez y novedad: nos vemos reflejadas en el texto de Lc 10, 21: Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los sencillos.

En un primer momento, es un agradecimiento por la vocación inspirada y regalada y, en segundo lugar, por concedernos el Espíritu que nos lleva a contactar con el corazón de la mujer afectada y violada en su dignidad y mirarla como lo haría Jesús. Es la dinámica de la escucha, la empatía, esperando su momento y desde ahí acompañarla, creer en ella, crear vínculo, estar a su lado, decida lo que decida. No es fácil ser discípula de Jesús, arriesgar, despedirse, no es fácil, cruzar el charco y levantar el vuelo hacia lo desconocido y no saber hasta cuando… solo desde la fe, solo desde la confianza y cómo no, desde la compañía de las demás con la misma fe y confianza en Jesús de Nazaret. Para mí esto es la conversión, fruto de la realidad que vivimos en la Vida Religiosa, acogiendo modelos sociales, mundos distintos, con la única preocupación de buscar y encontrar el bien común de las mujeres. Ahí me doy cuenta que rezar, vivir, planificar, soñar son verbos que han ampliado nuestra mirada y afirman que la Vida Consagrada está viva a pesar de los años, que juntas y juntos somos capaces de despertar y hacer fermentar a la masa.

Después viene la implicación con la sociedad, el no quedarnos quietas, sensibilizar y denunciar ante el mundo situaciones injustas que promuevan una mejora de su calidad de vida, llegar a una cultura del diálogo que fecunde la esperanza y la justicia.

Por último, decir que cualquier Oblata tiene la experiencia de ser referente para la mujer en algún momento de su vida. Es hermoso vivir esas expresiones de agradecimiento y complicidad de ellas hacia nosotras. No olvidemos sus hijos pequeños, esos que se han criado con nosotras y han podido ser un poquito más felices con nuestro cariño y atenciones. Eso es vida y nunca se olvida. Como decía Pedro Casaldáliga: “Al final del camino me dirán: ¿Has vivido? ¿Has amado? Y yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres”.

¿Qué me queda decir? AGRADECER, AGRADECER Y AGRADECER AL DIOS DE LA VIDA QUE HA HECHO TANTO POR MÍ Y DESEO QUE SIGA HACIENDOLO POR ELLAS.

Isabel María Jiménez Collado OSR

 

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